Cuando era un niño yo hablaba en castellano y en catalán. Vivía en un barrio muy humilde de la periferia de Barcelona y los viajes solían ser al pueblecito de mi familia en Castellón. En mi infancia jamás pensé en viajar por toda Asia, mucho menos en vivir en un país como Tailandia.
Eran tiempos también felices en los que todo lo que necesitaba estaba en mi barrio. Pensaba que no había nada como un tapeo con los amigos y no me planteaba lo que podría haber en otros países. No me planteaba lo que hoy sí pienso.
Un día, empecé a viajar por Europa y a descubrir otros países. Me picó el gusanillo de ver otras culturas, pero el viejo continente seguía siendo muy similar a mi país, al lugar donde me crié. Las mismas caras, costumbres religiosas similares y pocas sorpresas.
¿Por qué viajé a Tailandia? ¿Qué me interesó del país más popular del Sureste Asiático? En mi caso fue el Muay Thai. Me fascinó este deporte de contacto y empecé a vivirlo muy de cerca en mi barrio, gracias a un gimnasio regentado por un experto en el Reino de Siam.
Mis primeros viajes a Tailandia cambiaron mi manera de ver el mundo. Aunque estaba más centrado en vivir el Muay Thai desde cerca, algo hizo que necesitara ir cada verano. ¿Qué descubrí allí?
Visitando Tailandia cada año
Cuando era un niño hablaba en castellano y en catalán, ya lo he dicho, pero a mitad de los 20 me vi en un puestecito callejero en Bangkok, chapurreando tailandés y practicando lo que sabía de inglés. Pedía ensalada de papaya y arroz, reía con los camareros y disfrutaba del bochornoso clima. Y era feliz.
Digo con orgullo que todo empezó con el Muay Thai, una pasión que hoy en día se ha convertido en el deporte que practico regularmente. Pero lo que descubrí es que, si bien mi barrio le tengo un cariño infinito, la vida en un país como Tailandia no tenía por qué ser peor. Más bien al contrario.
En Tailandia y en Asia descubrí lo que me era imposible en Europa, que tu lugar no es el mejor sitio del planeta. Sino un sitio más, y que la vida puede ser también maravillosa en otro país. Tailandia tiene algo impagable: es un país divertidísimo, y visitarlo te convierte en un privilegiado.
No voy a negarlo, Tailandia me enganchó. Empecé a visitar el país cada año. Juntaba todos los días de vacaciones que podía y me iba de nuevo a aquel barrio de Bangkok que tanto me gustaba.
Mi profesión también cambió aquí. Empecé a dedicarme a negocios en Internet, y poco a poco vi que lo que quería era compartir mi amor por este país con más gente. Por eso creé Nice Experience, para llevar a cabo una agencia turística de la manera en la que a mí me gusta viajar.
En una frase: deja de leer y ven a Tailandia
A mí al principio me costó. Primero de todo, no sabía si quería estar en Tailandia. Peor aún, luego estaban los miedos. ¿Seguro que merece la pena viajar hasta allá? ¿Y si me pasa algo?
Si no tienes a nadie que quiera venir contigo, ¡viaja solo! No te arrepentirás. Porque en esta vida las decisiones están para lograr algo así.
La vida son momentos como encontrarte en ese puestecito de la calle comiendo ensalada de papaya. Los hitos más bellos son como cuando el Monzón te cala hasta los huesos en una playa y aun así te ríes y ves a gente de otro color de piel disfrutando del temporal.
Quizás tu barrio sea el mejor del mundo. O no. Pero no opines sobre ello si jamás has salido de allí. Ven a Tailandia y luego me cuentas.